Sura 31: "Salando las heridas"
1. Saliste ya mil veces
de la pista a respirar
a reclutar, bien maquillado
y ocultando tu lunar.
2. Un día el bote volcó
y el premio a pique se fue.
Todos te daban por muerto
y vos allí en mi remolque
sin luz, como un polizón.
3. Mirá que tipo espeso,
sumiso como un guiso más,
un vago de mil caravanas
a punto de quedar a pie.
4. Fundiendo plomo lográs
chorros de oro cochino
en besos de lo más desnudos,
pero el café con tu suerte
se enfría en mi mesa fría.
5. Apuntamos a tu nariz
hundimos tus pómulos
y vos resplandecías
no te quedó sueño por vengar
y ya no esperás que te jueguen limpio
nunca más.
6. Salando las heridas
jodiste a todo Cristo y más…
a boluditos de la luna
y tipas porno-nazi look.
7. Tu lengua se derrite
en modas de la rabia de hoy
cuando enfermas con tanta gana
cerras las filas del dolor.
Sura redonda.
Esta letra describe algunas de las situaciones por la que pasa una persona que pretende pensar o vivir el islam de manera diferente a lo establecido por Instituciones.
Cuando aparece una persona que promueve algún tipo de librepensamiento y que esas ideas vayan en contra a una normativa ya establecida empiezan los inconvenientes.
Sus ideas serán tomadas como un agente externo que vienen a sembrar discordia o a, literalmente, intentar destruir el Islam desde adentro. Se le acusa de resaltar solo los errores con críticas “Salando las heridas”.
Dedico esta interpretación a todas esas personas que emprendieron la valiente tarea de expresar lo que piensan, a veces dedicando su vida en dicho trabajo, a veces poniendo el cuerpo ante amenazas de muerte, exilios, etc. Iremos nombrando algunas de estas personalidades.
Saliste ya mil veces
de la pista a respirar
a reclutar, bien maquillado
y ocultando tu lunar.
Uno de los aspectos que podemos encontrar en la comunidad islámica es el ambiente asfixiante que sufre una persona que produce sus propios pensamientos.
Cuando alguien se atreve a interpretar libremente o reflotar otras producciones de pensamientos en el ámbito islámica enseguida aparecen críticas, pero no refutando su obra sino como ataque hacia su persona. Clásica falacia ad hominem.
Podemos citar muchos ejemplos, mujeres y hombres que han producido grandes y nuevos pensamientos y acto seguido son acusados de trabajar para intereses imperialistas, sionistas o recibir fondos o estar dentro de vaya uno a saber que agenda.
Uno de los casos más paradigmáticos es el de Abdelmumin Aya:
Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Granada y doctor en Filosofía, Vicente Haya/Abdelmumin Aya imparte cursos de introducción al haiku. También es profesor eventual en la Universidad Nacional a Distancia desde 2005 y conferenciante especializado en diálogo interreligioso.
Autor de más de treinta libros sobre niponología e islamología entre los que se encuentran El corazón del haiku (2002), El espacio interior del haiku (2004), Haikus japoneses de vuelo mágico (2005), El secreto de Muhammad: la experiencia chamánica del profeta del Islam (2007), Haiku-dô: el haiku como camino espiritual(2008), El Islam no es lo que crees (2010), 70 haikus y senryûs de mujer (2011), El arameo en sus labios (2013), Aware. Iniciación al haiku japonés (2013), El tiempo de la Baraka (2014), su última novedad. Además, es coautor junto con Xabier Pikaza del Diccionario de las tres religiones (2009), y junto con José Manuel Martín Portales de El Dios de la perplejidad (2010).
Fue director de la revista Verde Islam y subdirector de Webislam.com pero ha renunciado a sus cargos.
Acusado de judaizante por tratar de buscar las raíces de los términos islámicos buscando en fuentes hebreas y arameas.
Hoy podría decirse que ya no está activo “islámicamente” en su web no están los libros de dicha temática. Sin dudas se ha cansado.
Personalmente le estoy muy agradecido ya que me ha abierto puertas interpretativas en las que hoy me baso.
Mucha gente ha dejado de estar activa dentro de la producción de pensamiento islámico cansada de ir contra la corriente pero sobre todo de las reacciones que generan.
Mismo quien escribe usa el pseudónimo Nabil Al Malik (Patricio Rey) para propia tranquilidad.
Un día el bote volcó
y el premio a pique se fue.
Todos te daban por muerto
y vos allí en mi remolque
sin luz, como un polizón.
Uno de los sentimientos recurrentes es sentirse fuera de todo, sin comunidad, no sentirse representado por ninguna institución. Muchas personas pasan por el proceso de alejarse de la comunidad islámica por completo, pero cada tanto se les ve en algún evento de alguna mezquita, en los Eids (Fiestas islámicas), seguramente apartada en un rincón.
Fazlur Rahman nació en 1919 en Haara, Pakistán. Su padre, Mawlana Shihab Al-Din, era un alim (teólogo y jurista islámico). Se preparó en diversas ciencias islámicas (Tafsir, hadirh, kalam y falsafa). Es reconocido como un prominente reformador liberal del Islam, que se dedicó a la reforma educativa y al resurgimiento del razonamiento independiente (ijtihad). En 1961 comenzó a dirigir el Instituto Central de Investigación Islámica en Karachi, que fue creado por el gobierno paquistaní para implementar el Islam en las actividades diarias de la nación. Sin embargo, debido a la situación política en Pakistán, Rahman no pudo realizar ningún progreso en este esfuerzo. Los ulemas ortodoxos se opusieron a sus interpretaciones modernistas y lo denunciaron como apóstata y pidieron su muerte, obligándo a abandonar Pakistán en 1968. Se consagró a la enseñanza y a la investigación hasta su muerte en EEUU.
Mirá qué tipo espeso,
sumiso como un guiso más
Dentro del proceso de quien sigue un camino religioso, aun manteniendo sus libertades y sus propios pensamientos tienen que soportar en si las críticas de las dinámicas religiosas y por otro lado responder sobre las interpretaciones más literales y violentas del Islam y hacerle frente a reacciones islamófobas.
Y sumiso, apelando a la traducción del término musulmán, sumiso, , como un guiso, que en lunfardo es alguien tonto, sonso, etc. También se tiene que explicar que las bases islámicas no rechazan la ciencias, la filosofía, etc o que el concepto del “Opio de los pueblos” no le cabe a esta fe.
Un ejemplo claro es el comunicado que sacaron Adnan Ibrahim, profesor de Filosofía en la Universidad de Viena e imam en la mezquita de al Shurah, Felix Marquardt, cofundador del Global Forum for Islamic Reform y Mohamed Bajrafil, doctor en Lingüística, e imam en la mezquita de Ivry-sur-Seine:
“Debemos limpiar nuestras estanterías”
Como musulmanes, nuestra primera y lógica reacción ante las atrocidades cometidas en nombre de nuestra región es de incredulidad, indignación y un impulso natural de distanciarnos de sus autores. “Estos actos salvajes”, “ese John el yihadista” —el tristemente famoso verdugo de los rehenes del Estado Islámico (EI), identificado recientemente como el londinense Mohamed Emwazi— “no tienen nada que ver con el islam”, exclamamos. Aunque esta actitud es comprensible, resulta sospechosa desde el punto de vista intelectual y es completamente irresponsable. ¿Estaría alguien de acuerdo si se dijera que las Cruzadas no tuvieron “nada que ver” con el cristianismo? La verdad, hay demasiados entre nosotros que parecen indignarse más por unas caricaturas de un periódico que, en definitiva, carecen de importancia, que por la abominable caricatura que pintan de nuestra religión grupos como el EI (ISIS) y Boko Haram. Y, si bien es posible que los problemas sociales y económicos o las humillaciones a manos de los cuerpos de seguridad sean factores que contribuyen a la radicalización de nuestros jóvenes —como parece haber sucedido en el caso de Emwazi—, no sirven para explicarla en toda su dimensión.
Por suerte, cada vez son más los musulmanes que dicen: “Medina, El Cairo, tenemos un problema”. Cada vez son más los que exigen reformas. ¿Pero qué quiere decir esa palabra? Por supuesto, son absolutamente necesarios la renovación del pensamiento islámico y un nuevo impulso a la relectura de los textos (ijtihâd). Hasta que no se emprenda un esfuerzo serio en este sentido, los musulmanes continuarán en manos de las interpretaciones literales y obsoletas de nuestras escrituras sagradas.
La libertad, la igualdad de derechos para todos los ciudadanos, el Estado de derecho, el sufragio universal, la responsabilidad y la separación de poderes (entre Estado y religión) son nuestros principios como musulmanes del siglo XXI. Con ellos en mente, recordemos las palabras del estudioso paquistaní, reconocido mundialmente, Muhammad Khalid Masud: “En el pasado, los juristas musulmanes eran muy conscientes de la necesidad constante de resolver las contradicciones entre las normas sociales y las normas legales. Adaptaban sin cesar las leyes a las costumbres y los criterios de la gente. La base normativa de las instituciones y conceptos como familia, propiedad, derechos, responsabilidad, criminalidad, obediencia civil, orden social, religiosidad, relaciones internacionales, guerra, paz y ciudadanía han cambiado de manera considerable durante los dos últimos siglos”. Así que pongámonos manos a la obra.
Pero no basta con la interpretación. Debemos examinar con detalle, espíritu crítico y honestidad los textos que constituyen el núcleo de las enseñanzas en los centros educativos más prestigiosos de nuestra fe.
Debemos contraponer la frase mencionada más arriba de que los actos violentos de terrorismo no tienen “nada que ver con el islam” con la veneración que algunos de nuestros más distinguidos y respetados eruditos muestran por libros como Min Haj el Talibin, del prestigioso jurista Araf el dine el Nawawi, que recomienda lapidar a los adúlteros, o Es sarim el maslul ala chatim el rasul, de Ibn Taymiyya, o la obra de Taqi al-Din al-Subki’s Es seyf el maslul ala men sabba al rasul, dos títulos que pueden traducirse más o menos como “Desenvainamos la espada contra aquel que habla mal del profeta”. Las detalladas recetas que contienen sobre cómo castigar la blasfemia, la apostasía y el adulterio sirven de base no solo para que el EI y Boko Haram puedan asegurar que su corriente del islam es absolutamente rigurosa, sino para muchos Estados musulmanes conservadores.
No cabe duda de que, durante siglos, se persiguió, esclavizó o asesinó a muchos pueblos en nombre de Cristo. Bartolomé de las Casas, en su Brevísima relación de la destrucción de las Indias, narraba las atrocidades cometidas por los españoles contra la población indígena en los primeros decenios de colonización de las Indias occidentales, y protestaba alegando que los nativos eran humanos y, por consiguiente, no había que matarlos ni esclavizarlos... al contrario que los africanos. Ahora bien, con posterioridad, sin prisa, pero sin pausa, la reforma religiosa y los valores de la Ilustración permitieron que los cristianos se deshicieran de esas prácticas.
A comienzos del siglo XX, muchos conservadores europeos pensaban que la obra del “intelectual” francés Joseph de Gobineau Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas era un libro de “ciencia”. Desde entonces ha pasado a las secciones de “historia” o “antropología” en las bibliotecas. Ya es hora de que varios elementos importantes de las enseñanzas clásicas del islamismo sigan el mismo camino.
Más en general, ¿no ha llegado el momento de que los musulmanes, que pensamos —con razón— que nuestro profeta era un hombre de vanguardia, reivindiquemos nuestro papel como modernizadores de las normas culturales y sociales?
Tenemos que estudiar cómo es posible que algunos sectores de nuestras comunidades, como la organización británica de defensa de los musulmanes CAGE, que tuvo muchos tratos con Emwazi, estén alentando a nuestros jóvenes a considerarse víctimas y diciéndoles que la brutalidad policial, los judíos, Estados Unidos, Israel, la pobreza o incluso la “sociedad” tradicional son los culpables de que el joven se transformara en John el yihadista.
En lugar de prestar atención a los ideales originales y universales de nuestra religión —la misericordia, la libertad y la justicia—, nos hemos aficionado al victimismo y las teorías de la conspiración y nos hemos enfrascado en discusiones sobre los medios (y el atuendo) apropiados para alcanzar esos ideales. Nuestra decadencia se debe precisamente a esta confusión que muchos de nosotros tienen entre los fines y los medios del islam, a nuestra incapacidad colectiva de mantener la convergencia inicial entre la fe y la moral, que constituye la base genuina de una conciencia saludable: la espiritualidad. La religión, sin ese espíritu ético y moral, no significa nada. Y si no significa nada, no tiene sentido.
¿No ha llegado el momento de que entablemos un debate sincero sobre dónde está el límite entre religión y cultura? Las dos están entrelazadas, desde luego, pero, si un musulmán marroquí no es inferior a otro saudí, ni superior a un belga, ¿no debemos suponer que la religión consiste en los elementos que tienen en común entre ellos en su interpretación y práctica del islam, mientras que todo el resto (vestimenta, relación con sus respectivos reyes, etcétera) es cultura? Gran parte del conservadurismo que hoy se asocia con el islam se remonta en realidad a las costumbres preislámicas de los beduinos, que nuestro profeta, un auténtico innovador, se esforzó en abolir. Muchos tópicos y muchas teorías de la conspiración populares entre nuestros jóvenes proceden directamente de la concepción del mundo, tergiversada y antioccidental, de numerosos Gobiernos en el mundo árabe. Vivimos en una época en la que tres de cada cuatro musulmanes no son árabes; sólo dos de los 22 países pertenecientes a la Liga Árabe pueden presumir de ser verdaderas democracias; se traducen cuatro veces más libros al griego (alrededor de 10 millones de hablantes) que al árabe (aproximadamente 350 millones de hablantes). ¿No deberíamos reconocer que el arabocentrismo histórico de nuestra religión se ha convertido en un lastre y que los musulmanes que no son árabes son tan legítimos y respetables como los que lo son? Aquellos de entre nosotros que desean convencer al mundo de que ciertas costumbres falocráticas como el sistema de tutela masculina, la prohibición de que las mujeres conduzcan o la imposición del niqab son ontológicamente “islámicas” necesitan que otros musulmanes les digamos, antes que nadie: no es así.
Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.
un vago de mil caravanas
a punto de quedar a pie.
Algunas de estas personas suelen transitar por diferentes instituciones, grupos y muchas veces terminan sin espacio de pertenencia.
Ahmad al Qabbanji, clérigo shii, nació en Nayaf, Iraq, en 1958, y estudió jurisprudencia islámica en la hawza shii de su localidad natal en la década del 70, ha dicho: “Me he desviado de esta religión, que rechazo en su totalidad. Que me llamen apóstata y hereje. Es verdad. Soy apóstata de “su” religión, que no despierta más que odio al otro; una religión desprovista de belleza, desprovista de amor, desprovista de humanidad”.
Fundiendo plomo lográs
chorros de oro cochino
en besos de lo más desnudos,
La alquimia (del árabe الخيمياء [al-khīmiyā]) es una antigua práctica protocientífica y una disciplina filosófica que combina elementos de la química, la metalurgia, la física, la medicina, la astrología, la semiótica, el misticismo, el espiritualismo y el arte.
Plomo en oro:
Desde los tiempos de la Alquimia se creía que esto era posible a base de reacciones químicas. Sobre todo, desde que se conocía que la densidad del oro y el plomo eran muy semejantes.
Para cambiar un elemento en otro hay que modificar el número de protones que hay en el núcleo. El plomo tiene 82 protones y el oro 79. Así que para convertir el plomo en oro debe perder tres protones. No sólo es teóricamente posible, también se ha hecho en la práctica; pero para hacerlo se necesita consumir mucha energía, tanta que el oro resultante es más caro que comprarlo en el mercado. Es decir, es posible, pero no es una fuente económica de conseguirlo.
Tomo como una analogía de las fuentes de interpretación islámica y es lo que el escrito de “Debemos limpiar nuestras estanterías'' se refiere. No se puede generar un cambio rondando en interpretaciones obsoletas y para muchas personas para deshacerse de ellas hace falta una reforma.
Mohammed Shahrour, nacido en Siria en 1938, publicó un libro sobre el Corán que generó fuertes reacciones. El autor se separa de las interpretaciones establecidas. Ingeniero de formación, desconoce los procedimientos y precauciones de las investigaciones en las ciencias humanas y se presenta como ensayista de la palabra libre.
Se refirió al libro del profeta islámico Mahoma como "El Libro", no al Corán; lo que lo pone en directa contradicción con todos los demás pensadores islámicos y eruditos tradicionales. Sin embargo, al igual que los musulmanes de Quraniyoon (Coranistas), no consideraba a Hadith como una fuente divina.
Shahrour decidió escribir su primer libro, que tardó más de veinte años en completar, después de la derrota árabe en la Guerra de los Seis Días de 1967 que fue un shock colectivo para el mundo árabe. Esto llevó a Shahrour a buscar una salida a la crisis de la región, que interpretó sobre todo como una crisis moral e intelectual.
Shahrour dijo que la erudición tradicional sobre el Corán no es científica. Su interpretación del Corán apoya posiciones políticas liberales como el pluralismo. También dijo que el Corán debe leerse y entenderse en relación con las realidades sociales en constante cambio . Shahrour dijo que "la jurisprudencia en nombre de Dios es una farsa que beneficia solo a aquellos que quieren mantener el poder político", oponiéndose así diametralmente a las opiniones tanto de los islamistas como de los Ulama, los eruditos legales islámicos tradicionales. Según Shahrour, el Islam no hace leyes, sino que establece límites (Hudud) dentro de los cuales el hombre disfruta "del mayor grado posible de libertad". La interpretación tradicional de Hudud en la ley islámica o Sharia es una clase de castigos que se fijan para ciertos delitos. Sin embargo, según Shahrur, cortar una mano no es el castigo por el robo, el castigo es alejar al ladrón de la comunidad. Un juez podría sentenciar al culpable a la cárcel o, por ejemplo, a realizar trabajo voluntario. Shahrur posiblemente tomó esta idea sobre los límites superior e inferior del castigo del erudito libanés ʿAbdallāh al-ʿAlāyilī (1914–1996), con quien conocía personalmente y que había publicado esta idea en su libro Ayn al-khatāʾ? (1978, "Dónde está el error").
pero el café con tu suerte
se enfría en mi mesa fría.
Este pensamiento no es nuevo, pero parece que no hay un avance firme sobre una reforma que se establezca como una opción a abrazar, que tenga fuerza comunitaria. Como me dijo un musulmán “Ustedes (refiriéndose a quienes quieren generar otra forma de vivir el Islam) jamás podrán construir una comunidad”. A lo que le respondí, tal vez tengamos la misma “maldición” de la Izquierda Argentina. Nos dividimos por nimiedades y perdemos fuerza comunitaria.
Como ejemplo cito el libro “El reformismo musulmán: una historia crítica. ¿Es posible la reforma religiosa islámica?” Autor: Haddad, Mohamed
El renombrado erudito tunecino Mohamed Haddad traza la historia del movimiento reformista y explica los acontecimientos recientes relacionados con la religión islámica en los países musulmanes y entre las minorías musulmanas de todo el mundo. En términos académicos, evalúa los beneficios y los inconvenientes de la renovación teológico-política, el neo-reformismo, el reformismo legal, el reformismo místico, la crítica radical, la historia integral y los nuevos enfoques dentro del estudio del Islam. El libro da vida a los diversos desafíos y debates históricos, sociológicos, políticos y teológicos que han dividido a los musulmanes desde el siglo XIX. Los dos primeros capítulos abordan las reformas fallidas del pasado y presentan al lector el reformismo clásico y Mohammed Abduh. Haddad finalmente propone una definición no confesional de reforma religiosa, reinterpretando y ajustando una tradición religiosa a los requisitos modernos. La segunda parte del libro explora perspectivas sobre el Islam contemporáneo, el legado del reformismo clásico y nuevos caminos a seguir. Sugiere que el fundamentalismo encarnado en el wahabismo y la Hermandad Musulmana ha fracasado. El Islam tradicional ya no atrae ni a los jóvenes ni a las élites. Mohamed Haddad muestra cómo esto allana el camino para una nueva salida reformista que sintetiza el modernismo y los valores islámicos fundamentales.
Apuntamos a tu nariz
hundimos tus pómulos
y vos resplandecías
Paradójicamente muchas personas que intentan dar a conocer una expresión que se contrapone en algunos puntos con el islam institucionalizado alcanza su punto máximo de exposición gracias a los ataques y a las duras críticas de sus detractores.
Desde ya todo va a depender el tiempo y lugar donde se ha dado este proceso. Diferente es la realidad de una persona de este tiempo que vive en Latinoamérica a alguien de algún país donde rige un sistema teocrático, más aún complejo si nos situamos mucho tiempo atrás.
Como ha comentado Ani Zonneveld, nacida en Malasia, presidenta de Muslims for Progressive Values dijo:
“No importa cuán cierto nos mantengamos en el mensaje del Corán, para algunas personas siempre seremos acusadas de ser una herramienta estadounidense serviles a la CIA o a un agente sionista.
Porque no uso el hiyab no soy lo suficientemente musulmana para hablar sobre cuestiones relacionadas con el Islam.
Para los no musulmanes, porque no soy un hombre árabe con barba, todo lo que defendamos es cuestionable y preferirían asociarse con una institución musulmana misógina y homofóbica dirigida por un hombre que a una institución que comparte sus valores liderada por una mujer.
Con los medios, parece que solo quiere mujeres musulmanas en hijab sin importar si ella tiene experiencia en el tema.
Por último, el campo anti-islámico nos odia porque lo que representamos socava la base misma de sus prejuicios hacia el Islam y la comunidad islámica. Literalmente se vuelven locos”
no te quedó sueño por vengar
y ya no esperás que te jueguen limpio
nunca más.
Como ejemplo tenemos el caso de Muḥammad Abduh (1849, Delta del Nilo - 11 de julio de 1905, Alejandría), Promoviendo una concepción más moderna del Islam, basada en el racionalismo, Abduh creía que las rígidas estructuras de la cultura islámica estaban frenando lo que esencialmente era una religión flexible y lógica.
En septiembre de 1880, solo un año más tarde de su expulsión de El Cairo es nombrado editor de periódico oficial de Egipto, Al-Waqa´i al-misriyya. Pronto llegaría a ser editor jefe, participando en la redacción de alguna editorial, destacándose por sus temas de carácter social progresista y por la importancia que da a la educación de la población, que considera la base para la reforma de Egipto. Poco más tarde, vuelve a la arena política, apoyando la revuelta nacionalista liderada por Ahmed Orabi Pachá. Como explicaría Abduh en una entrevista concedida a un periódico británico:
“Queríamos derribar la tiranía de nuestros gobernantes; nos quejábamos de los turcos; queríamos mejorarnos políticamente, y avanzar igual que han avanzado por el camino de la libertad las naciones de Europa. Ahora sabemos que existen males peores que el despotismo, y peores enemigos que los turcos.”
Sofocada la revuelta por las tropas inglesas, en septiembre de 1882, Abduh es de nuevo encarcelado y exiliado por seis años fuera de Egipto.
Salando las heridas
jodiste a todo Cristo y más…
Se acusa de ser un agente de corrupción del mensaje del Islam.
Como el caso de Muhammad Abduh, considerado por algunas personas como un sabio que rejuveneció el islam y por otras como un renegado que fomentó su corrupción.
Otro ejemplo es de Luavut Zahid, escritora y defensora de los derechos de las mujeres paquistaní, escribió:
“La táctica de terror que utilizan algunos países islámicos y algunos musulmanes es un garantía de que la gente o bien se amolda a ella, o bien se calla y se marcha. No existe el concepto de la libertad de expresión y, por consiguiente, no hay concepto de la crítica. Una pregunta más pertinente sería por qué la gente nunca reacciona de inmediato cuando alguien aprueba una fatwa que permite y exige la mutilación genital femenina si no es propio del Islam pero si reacciona furiosamente ante cualquier crítica… La responsabilidad del cambio recae sólo sobre los musulmanes. Si tan decididos están a demostrar que esa interpretación extrema de su fe es errónea, tienen que dar un paso al frente y empezar a transformar las cosas desde adentro.”
a boluditos de la luna
Solamente se habrán incomodado dos tipos de personas. Las personas que están en la boludez, “los boluditos de la luna”.
En referencia a que la comunidad generalmente se divide en algo tan nimio como en el método de avistaje lunar para indicar cuando empieza y termina el mes de Ramadán, mes en donde se observa el ayuno. Un detalle que tiene mucha carga detrás.
Como ejemplo puedo dejarle este link:
Donde indica lo siguiente:
Es inadmisible que en un mismo país encontremos personas que ayunen siguiendo Arabia, otros siguiendo Argelia, ¡otros Marruecos…!
La sabiduría y el espíritu de nuestra religión residen en la unión y la armonía, sobre todo en momentos tan importantes.
y tipas porno-nazi look
Tipas o tipos porno-nazi look:
Porno: Referencia sexual generalmente de visual grotesca. Alguien una vez me dijo “Los grupos como Al Qaeda, Isis, talibanes y otros grupos son al Islam, lo que el porno es al ‘hacer el amor’”.
Nazi: Muchas personas utilizan el Islam para destilar su antijudaísmo, o antisemitismo que es muy diferente a ser anti sionista.
Tu lengua se derrite
en modas de la rabia de hoy
cuando enfermas con tanta gana
cerras las filas del dolor.
Clásica acusación sobre la reforma donde se indica que es producto de una agenda imperialista. Hoy temas de identidad, igualdad, género, violencia machista, de violencia de género, etc son denostados por sectores más conservadores.
Imaginen las reacciones que puedo haber causado y que todavía causa Amina Wadud erudita del islam, profesora y feminista estadounidense, que en 1994 rompió la tradición musulmana de que sólo los imames varones podían dirigir el sermón del viernes.
O con Irshad Manji (Uganda, 1968) es una escritora, periodista y activista lesbiana. Es la directora del Moral Courage Project. En su defensa del pensamiento crítico entendido también como derecho de interpretación religiosa, o ijtihad, Manji ha creado una red de musulmanes interesados en una reforma liberal del islam. Amiga de Salman Rushdie. Ha recibido varias amenazas de muerte. Como tal, las ventanas de su apartamento están protegidas contra las balas. Recomiendo su libro “Mis Dilemas con el Islam”.
Arte por Arsh Raziuddin
“Ibn Tufayl: El Musulmán que inspiró a Spinoza, Locke y Defoe”
Escribió entre otras muchas obras: Expugnación de Cafza en África y la novela filosófica Risala Hayy ibn Yaqzan fi asrar al-hikma al-mashriqiyya (Carta de Hayy ibn Yaqzan sobre los secretos de la sabiduría oriental), conocida en Occidente como El filósofo autodidacta. Esta última es un célebre cuento alegórico, que se convierte en una parábola de la ascensión mística y los caminos por los que se llega a la Verdad.
La novela de Ibn Tufayl cuenta la historia de Hayy, un niño que crece solo en una isla desierta, con animales. A medida que crece, Hayy usa sus sentidos y la razón para comprender el funcionamiento del mundo natural. Explora las leyes de la naturaleza, elabora una teología racional y sostiene teorías sobre el origen del universo. Desarrolla un sentido de la ética: por misericordia con los animales, se vuelve vegetariano, y por cuidado de las plantas, conserva sus semillas.
Hayy luego deja su isla y visita una sociedad religiosa. Encuentra que las enseñanzas de la razón y la religión son compatibles y complementarias. Sin embargo, se da cuenta de que algunas personas religiosas pueden ser groseras, incluso hipócritas. Regresa a su isla, donde encontró a Dios y desarrolló sus conceptos de verdad, moralidad y ética apoyándose en la observación y el razonamiento.
Entre los admiradores de la obra de Ibn Tufayl se encontraban los filósofos de la Ilustración Baruch Spinoza, Gottfried Wilhelm Leibniz y John Locke, quienes intentaban promover un sentido de dignidad humana en una cristiandad atormentada durante mucho tiempo por guerras religiosas y persecuciones sectarias.
La novela de Ibn Tufail es probablemente la segunda obra literaria árabe clásica más traducida, solo por detrás de Las mil y una noches.
Se ha considerado que la filosofía de Ibn Tufail y algunos aspectos de la trama de su novela pudieron influir en las obras siguientes:
· El Criticón de Baltasar Gracián
· La trilogía Robinson Crusoe de Daniel Defoe
· Zadig de Voltaire
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